¿QUIÉN SOY?




Este es el blog de MANUEL BUENDÍA BERCEDO. Pretendo mostrar una propuesta profesional y particular acerca de la Igualdad de Género y las Masculinidades. Veremos algunas respuestas a la pregunta anterior pero sobre todo, haremos muchas más preguntas para invitar o implicar a otros hombres en la Igualdad.



miércoles, 24 de septiembre de 2014

Los signos de interrogación (la gramática y la muerte)

¿De verdad nos creemos que la educación es un elemento fundamental de nuestra sociedad?

¿Seguro que educar en Igualdad al alumnado es básico para tener una sociedad más feliz?

¿Pero de verdad nos creemos que la coeducación es la mejor manera de prevenir la violencia de género?

¿Damos prioridad  a la  infancia, a los derechos de las niñas y niños?

Soy representante de Igualdad del centro educativo (instituto público) donde realiza segundo de bachiller mi hijo y anteriormente eestudió mi hija. En estos momentos se encuentra en la Universidad.

La educación es un tema que me preocupa. Es fundamental. La implicación de las familias y el trabajo en común con toda la comunidad educativa me parece imprescindible.

Este blog es de masculinidades. (Masculinidades Educativas). La implicación de los varones en todo el proceso está pendiente. Aún es preciso profundizar en muchas cuestiones. Profesorado y familias muchas veces parece que compiten y eso es, en mi modesta opinión, una gran estupidez. Tenemos que trabajar en el mismo lado.

Hablo con numerosos profesores y profesoras.

Ha ocurrido una tragedia que me ha sobrecogido. Por esa razón voy a hacer una novedad y voy a darle  paso a una profesora, PILAR SÁNCHEZ LÓPEZ, excepcional docente, implicada y vocacional y buena amiga.

Quiero que sea un humilde homenaje a su oficio, a su labor educadora. Así que hoy quiero que lo cuente ella...




LOS SIGNOS DE INTERROGACIÓN

 (la gramática y la muerte)



Los inicios de curso son siempre complicados. El trabajo se acumula, nos cuesta aterrizar, se producen tensiones... Pero aquella mañana todo dejó de tener importancia. El día empezó con la tremenda noticia del suicidio de una de nuestras alumnas y nuestros hombros se hundieron bajo el peso de la tristeza, el absurdo y el dolor.

Sí, yo soy una de los casi 30.000 docentes que hay en España. Una más. Una profesora de secundaria en un instituto de Madrid; profesora de lengua y literatura españolas para más señas. Esa asignatura tan bonita en las películas pero que tanto cuesta aterrizar en la realidad de los adolescentes de a pie. Soy docente simplemente por vocación. Involucrada además en otros temas, en aquello que tenga que ver con la enseñanza, con los problemas de nuestro alumnado, con la sociedad, con la vida. Desde hace seis años soy también en el Consejo Escolar de mi centro “la persona que impulsa las medidas educativas que fomentan la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres”. Eso supone que soy yo la que coordina y potencia las actividades propias del centro o de organismos externos destinadas a fomentar esa igualdad. A mí me gusta llamarme de manera pretenciosa agente de igualdad, a pesar de que mi labor sea de menos alcance.

En estos años hemos llevado a cabo numerosas campañas destinadas a ello: hemos trabajado el sexismo en las relaciones, en la música, en el cine; hemos intentado visibilizar a las mujeres en el ámbito de la cultura; hemos profundizado, y mucho, el tema de los peligros del amor romántico... Nuestros chicos y chicas a veces se cansan de nuestros rollos, pero otras veces nos sorprende lo que les cala el mensaje. Siembra, que algo queda, nos decimos siempre.

Precisamente con la clase de Paola (nombre ficticio), habíamos trabajado mucho sobre ello. Y su muerte no sólo nos dejó el dolor de este final sin sentido, sino que además nos cuestionó otros muchos puntos.

La historia de la que nos enteramos por la prensa fue la siguiente: Paola conoció a un chico en facebook con el que empezó a chatear, se gustaron y decidieron quedar. Hasta aquí todo normal, a pesar de que muchos padres y madres ya se estarán echando las manos a la cabeza. Por favor, seamos realistas, ¡estas cosas suceden! y suceden además no sólo entre nuestros adolescentes, sino entre adultos como los que estamos leyendo esto. Mujeres y hombres que buscan una nueva relación o sólo pasar el rato, da igual. La realidad es que existe y no podemos cerrar los ojos. Evidentemente los adultos tenemos mucho más criterio (no siempre)  y experiencia para saber a lo que nos exponemos y decidir si lo aceptamos libremente o no. Los adolescentes son más vulnerables. Por eso intentamos por todos los medios FORMARLOS (no sólo protegerlos).

Paola quedó con Sergio (también ficticio) una tarde. Se gustaron en un primer momento. Él compró vino, recordemos que ella tenía ya 17 años, y empezaron a beber. Según lo que declaró el padre, ella no estaba acostumbrada a beber. Quiso regresar a casa al sentirse mal pero él le aconsejó que no volviera en ese estado. Entre tanto buscaron una pensión donde pasar la noche, siguieron bebiendo, ella quiso regresar pero él le quitó el móvil para que no pudiera llamar a casa y fue encontrándose cada vez peor. Terminaron durmiendo en casa de un amigo, él la empezó a acosar y ella intentó quitárselo de encima, cayó dormida y se despertó con claros signos de haber sido violada. Volvió a casa, puso una denuncia y durante dos o tres días fue sometida a interrogatorios policiales y exámenes médicos. Sergio afirmó que no hubo violación sino que fueron relaciones sexuales consentidas. Paola terminó ahorcándose al tercer día.

Hasta aquí los hechos que aparecieron en la prensa en un artículo tremendamente morboso y mal enfocado. No sabemos más. De su familia no hemos sabido más que del profundo dolor que sienten.

El suicidio es un tema tremendo que deja una herida abierta durante toda la vida y muchos interrogantes sin respuesta. ¿POR QUÉ LO HIZO? ¿CÓMO NO SUPIMOS VER Y ACOMPAÑAR SU PROBLEMA? ¿QUÉ HICIMOS MAL? ¿CUÁL FUE EL DETONANTE QUE LE LLEVÓ A ESA TERRIBLE DECISIÓN?

Cuando el suicidio es el de una persona joven el dolor y las preguntas son aún más acuciantes. Su familia, sus amigos, sus profesores... todos sentimos de alguna manera la culpabilidad de no haber sabido estar, ver y acompañar.



Nadie entendemos nada, nadie queremos plantearnos cuáles son los problemas que hay detrás. Yo abordo este tema con dolor y con miedo. Sólo me pregunto abstrayéndome del caso y de la relación personal, sólo intento ver más allá de ese “algo que no encaja” que todos suponen.

Nadie cuestiona abiertamente si Paola fue violada o no, LA MUERTE ya la ha redimido, la ha desculpabilizado. 



El tema de las violaciones y de las denuncias falsas por violación es un tema espinoso. Manuel Buendía, a quien agradezco que me haya cedido el generoso altavoz de su blog, ya lo planteó en un atinado artículo cuando aún andábamos preguntándonos sobre el tema a raíz de lo sucedido en Málaga en agosto. En ese caso, que en absoluto comparo con el que me ocupa, resultó una denuncia falsa, ¡apenas  un 0’0038% de todas las denuncias interpuestas por violación según datos del Consejo General del Poder Judicial! Y aún así, merece la pena verlo desde otro punto de vista como el que nos presenta “Ruidos y silencios de una violación” y en el que se hace eco también del suicidio de nuestra alumna. Hay que ir más allá de lo que vemos y leemos.

Todos entendemos que Paola no pudo con la presión, quizá de no sentirse creída o escuchada, y decidió acabar con su vida. Pero ¿qué hubiera pasado (ojalá así fuera) si hubiera seguido con el curso de interrogatorios? ¿Si hubiera tenido que defender a capa y espada que fue una violación, que ella llegó un momento en el que NO quiso seguir adelante?

¿No hubiéramos tenido que escuchar o incluso habríamos dicho “Ella se lo buscó.” “Yo nunca quedaría con alguien a la ligera” “¿Por qué aceptó beber si no le sentaba bien?” “Si no quería tener sexo ¿por qué buscó una pensión donde pasar la noche?” “Ella provoca una situación y luego se raja, es una calienta...”  “A saber si lo que pretende no es excusarse con sus padres fingiendo que fue una violación”?

, es duro decir estas palabras que nadie se atreve a pensar en alto, pero que están en la cabeza de muchas personas, también de las conocidas.

Todo esto es lo que hubiera tenido que soportar si Paola hubiera vivido. Pero desgraciadamente no está aquí. Nunca podrá responderlas, nunca podrá demostrar su inocencia. Nunca podremos reprocharle el no haber sabido parar a tiempo, el no haberse negado a tiempo (a beber, a ir más allá...). Ella bebió, como tantos jóvenes; quedó, como tantos otros; perdió parte de su capacidad de decisión, como tantos... Nos rasgamos las vestiduras, nos escandalizamos, negamos lo que sucede TODOS LOS DÍAS.

¿Llegó tarde su NO? ¿Cuándo me está permitido parar? ¿Si la situación está muy avanzada no tengo derecho a querer parar? ¿Por qué es tan difícil entender que quizá antes SÍ quería, pero ahora ya NO? ¿Es ella la culpable por haberse metido en esa situación? ¿Él no es culpable? ¿Sólo hace lo que se espera de él: aprovechar la situación que se le ofrece? ¿Le está permitido abusar de alguien incluso cuando no es consciente de si quiere o no quiere? ¿Eso es más disculpable, más “comprensible”?


A ella ya no podemos reprocharle nada. Su muerte parece que nos deja tranquila la conciencia. “Pobre niña, no pudo con la presión”.

Y mientras, acusamos a las chicas de ir provocando, exhibimos en los medios programas que tratan a unos y a otras como mercancía que se exhibe y que se subasta; las mismas chicas se acusan unas a otras de “guarras”, mientras los chicos alardean de sus conquistas. Una sociedad contradictoria que no duda en condenar, incluso antes de demostrar su inocencia o su culpabilidad. Una sociedad que cosifica y banaliza las relaciones y luego lapida al que transgrede las normas. Tú puedes quedar, avanzar y meterte en una situación peligrosa... pero ¡luego no me vengas con remilgos! Si has llegado hasta aquí, llega hasta el final.

Soy capaz de hacerme estos planteamientos en abstracto, pero me resulta durísimo cuando lo suscita el dolor por la pérdida de alguien cercano, de alguien que ha pasado por tu lado y cuyo dolor no has sabido ver.

Esta semana haremos un acto en homenaje a Paola, en él tendrá cabida el dolor que nos produce su muerte, el sinsentido de su final, los interrogantes que nos suscitan el suicidio de una persona joven... Probablemente estas reflexiones no tienen lugar en ese foro y en ese momento. Probablemente ninguno de sus compañeros y compañeras, ninguno de nosotros, sus profesores, nos las hagamos. Probablemente ni siquiera nos planteemos lo que realmente pasó, sólo lloraremos su muerte y nuestra ausencia en esos días.

Los docentes no podemos llegar a todo, no podemos culpabilizarnos de todo, no podemos asumir una responsabilidad que corresponde a muchos estamentos de la sociedad. Los docentes sólo intentamos enseñar, acompañar, despertar, ver, estar, ser... Cada sector de la sociedad debe asumir su parte de responsabilidad: los medios, las instituciones, las familias.

A mí esta muerte me pedía algo más que el dolor, me pedía una reflexión, me pedía sacudir conciencias, me llenaba de interrogantes. Quizá sea porque soy profesora de lengua o porque soy la coordinadora de igualdad o porque soy madre o porque soy mujer o simplemente porque SOY

PILAR SÁNCHEZ LÓPEZ
Profesora en un IES de Madrid
snchezlpezpilar@gmail.com




¡Muchas gracias Pilar! Sirva de recuerdo a Paola y a todas aquellas que no pudieron responder a tantos interrogantes...


6 comentarios:

  1. Luis Enrique Antolín24 de septiembre de 2014, 18:41

    Excelente a reflexión de Pilar,justa,medida,sin añadir componentes sensibleros o melodramáticos a un hecho que ya habla por sí mismo en su terrible dramatismo.
    No dejo de sorprenderme,y no para bien ni para aumentar mi optimismo precisamente, de cómo cosas que parecen "de cajón",ideas,valores,que puestos en claro desde hace ya mucho tiempo y que se supone estarían socialmente asentados a partir de la educación,la cultura de libros,películas,etc.,puedan ser tan ignorados,cual si siempre hubiera que empezar de cero..
    Lo de usar un término como guarras,tan ofensivo,despreciativo,tan deshumanizador,el queun chico puedad dar por sentado que tiene todo el derecho a satisfacerse sexualmente a costa de una chica que no puede ofrecer resistencia.....Aparte,por supuesto,el factor clave de una interiorizada prepotencia machista por parte del chico,creo que otra palabra clave sería la de deshumanización,ejemplificada incluso por las chicas que a otras califican de "guarras....Una deshumanización fundada a su vez en una primariedad e irreflexividad ciertamente acusadas.
    En qué medida la primariedad,la irreflexividad,vienen condicionadas por una familia o un sistema educativo que no aciertan a contrarretarlas así como por una sociedad que las fomenta....Esta es la cuestión.
    Señalaría en fin una palabra que me ha venido en mente al leer el escrito,la de vergüenza.Es puro especular el decidir qué pasó por la cabeza de la chica para desembocar en tan trágica decisión.Puedo suponer,insisto,sólo suponer,que una infinita vergüenza,insoportable hasta el punto de preferir morir.En parte por sus errores de cálculo y sentirse "tonta"al haber depositado su confianza,y probablemente su ilusión,en un canalla, pero sobre todo por su misma humillación,la de ser violada,la de haberse expuesto públicamente al denunciarlo y ser insuficientemente escuchada e incluso sospechosa de mentir.....¡Ah!,la vergüenza de la víctima,tantas veces en casos como éste interiorizada por las propias mujeres,ocurriendo algo similar,por ejemplo,en los casos de pederastia.Todo un tema éste para reflexionar.Todo un tema para reflexionar el terrible hecho de este suicidio.

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    1. Comparto yo también lo que dices , Luis. Respecto a la actitud de los hombres insistir de nuevo en que todo esto también nos incumbe. Hemos de decir claramente qué tipo de sexualidad NO queremos. Decir NO. Y a continuación en positivo, es decir, reflexionar y afirmar qué tipo de relaciones y en qué términos estamos decididos a tener. En equidad, respetuosas, placenteras, libres...

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  2. Gracias por tus reflexiones, Luis, que dan sentido a mis palabras. Eso es exactamente lo que pretendía: suscitar preguntar, cuestionar la realidad en la que vivimos a veces sin reflexionar sobre su validez.
    Hacer que nuestro alumnado se pregunte sobre ello es ya un gran logro. Aunque parezca lo contrario hemos experimentado un claro retroceso en la manera de vivir las relaciones de pareja. La sociedad en la que vivimos, su reflejo en los medios tiene gran parte de culpa de ello.
    A los adultos nos corresponde una enorme tarea: despertar, acompañar y estar. Sigamos trabajando.
    Un abrazo, amigo.

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  3. ¿Qué pasaría por su cabeza? Dolor, vergüenza , desilusión, impotencia, desesperanza….
    Es muy triste comprobar que apenas hemos avanzado en los últimos 40 años, que parte de los pecados que le achacábamos a la dictadura, aún siguen igual en nuestra demócrata sociedad: Se sigue poniendo el ojo y la lupa en los temas del llamado 6º mandamiento y lo demás…”pecata minuta” y la culpabilidad, los cascos rotos, sigue llevándoselo la mujer, como entonces. La variable diferencial , es que ahora la mujer, alguna vez, se atreve a denunciar el atropello, con la esperanza de que sea castigado y señalado el agresor como culpable, así comprenderán al fin que cuando dices NO, debe ser NO; le han contado que tenemos los mismos derechos…¿qué sentir cuando el monosílabo NO, que piensas es tu seguro, no tiene significado único: es una función variable combinada con el factor tiempo?.¿qué puede sentir una niña/mujer cuando siente en su carne y su alma que no, que los derechos siguen sin ser iguales para la mayoría de la sociedad, que el dedo la sigue señalando a ella?
    Pilar, creo que vuestra labor es muy importante, junto con la de los padres, estos desgraciados casos deben de servir para no cesar en intento, la perseverancia dará sus frutos, que los hay: los casos de chicas escuchadas cuando dicen NO, de chicos respetuosos del sexo contrario como iguales, no salen en los periódicos ni en la tele, pero los hay, y creo deben de ser la mayoría.

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    1. ¡Pues sí! ¡Habrá que seguir avanzando o intentándolo aunque parezca que seguimos igual. Y en efecto la labor del profesorado ha quedado claro que es esencial, pero por otra parte en las familias queda mucho por hacer, y es una labor esencial igualmente. Un abrazo

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  4. Gracias por tus palabras, María. Yo también creo en ello y veo a diario muchos chicos y chicas respetuosos ambos con las relaciones y con el sexo. Pero aún queda mucho por hacer. Trabajemos juntos todos los sectores de la sociedad. Trabajemos con esperanza aunque a veces la rabia y el dolor nos inunde.
    Un abrazo.

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